13 Jun 2010 Notas semanales
Fuente: http://www.nacionalypopular.com
El director de la orquesta del periodismo antinacional se llama Mariano Grondona. Durante la dictadura genocida, Grondona se constituye en cómplice de tanta crueldad y tanta muerte y llegará a sostener que -en determinadas circunstancias, la tortura se justifica.
Por Norberto Galasso
Hoy son muchos los periodistas que se han convertido en sirvientes del
establishment, desplegando una beligerancia permanente contra el
actual gobierno.
Pero entre todos ellos, el director de la orquesta de ese periodismo antinacional se llama Mariano Grondona.
Él es el intelectual orgánico de la reacción.
Su pensamiento oligárquico no proviene de un acuerdo por 100.000 pesos mensuales como en otros casos, ni en la fama que pueden otorgar los poderosos.
Él es la oligarquía, la vieja, la nueva, y su socio imperial.
Por su boca y por sus artículos se expresan los intereses que quieren volver
nuevamente al coloniaje y a la explotación más inicua de los trabajadores.
Él diseña y desarrolla la táctica que luego aplican el resto de sus colegas que se han entregado, cada uno con su estilo particular, pero perfectamente orquestados bajo su orientación.
Por eso no es casualidad que el diario La Nación sea su trinchera, allí
donde sobrevive aún el alma oligárquica y antinacional de los
antepasados que encadenaron el país al Imperio y cometieron el
genocidio del Paraguay hace 150 años.
Su rechazo a lo popular y su veneración a los poderosos intereses
internos y externos le vienen de muy lejos.
De quien lo crió, su abuelo José, ganadero exportador que fue vicepresidente de la Bolsa de Comercio, -porque los Grondona somos de campo, dice él, con campos en Pehuajó, y los Poggio, por vía materna, que también tienen campos en Carlos Casares.
Le viene también de su niñez cuando aprendió a hablar bien en inglés, antes que en castellano, del secundario en el aristocrático colegio Champagnat, de su mujer Elena Lynch -dada la estrecha amistad de los Lynch con los Mitre que lo convierte en el periodista mimado de La Nación-, de su campo en Pehuajó, su casa de dos plantas en Palermo Chico, de su finca de tres mil metros cuadrados en Punta del Este.
Y se ratifica en su hijo Marianito, aquel que junto al hijo de Joe Martínez de Hoz escapó con documentación comprometedora cuando una comisión de diputados allanó el estudio Klein-Mairal en 1984.
En todos estos elementos se nutre su foja de servicios, que se inicia como comando civil gorila en 1955 donde su veneración por la democracia lo conduce a atentar contra un gobierno apoyado por más del 60 por ciento del padrón electoral.
A partir de allí, desde 1958, emite sus consejos desde La Nación,
tribuna a partir de la cual brega contra los avances populares e
incursiona como alto funcionario en el gobierno títere de José María
Guido, manejado por sus amigos militares.
Luego, se ocupa de debilitar al gobierno de Arturo Illia, para después brindar enormes elogios al golpe militar del ’66, pues Juan Carlos Onganía era -su príncipe largamente esperado que venía a -restablecer el orden y la autoridad.
Ya por entonces había celebrado su vínculo periodístico con Bernardo
Neustadt para defender los viejos tiempos en nombre de Tiempo Nuevo.
De los años setenta se recuerdan su desmedido elogio al brujo José
López Rega y al rector fascista de la Universidad de Buenos Aires
(Alberto Ottalagano), desde Carta Política.
Durante la dictadura genocida, se constituye en cómplice de tanta
crueldad y tanta muerte.
Después dirá: -Videla es un hombre honesto, recto… (Página/12, 11/9/1990).
Y llegará a sostener que -en determinadas circunstancias, la tortura se justifica (Página 12, 14/10/90).
Años después, intentará cínicamente deslindarse de aquella época siniestra: -¿Yo maté niños? ¿Cuál es la comisión del pecado? Yo pequé de omisión porque no investigué más, no critiqué más… Yo no supe…. (Clarín 9/8/98).
A su vez, en junio de 1989, cuando se aproximaba el final de la presidencia de Raúl Alfonsín, proponía, desde la pantalla televisiva, la -colocación de tanques de guerra en las calles para prevenir o amedrentar a los saqueadores. (2/6/89).
Consecuentemente con esta historia, se dedica ahora fervorosamente a
esmerilar al gobierno.
Siguiendo la nueva táctica imperial, ya no predica el golpe militar sino el golpe institucional como se lo ha dicho con un guiño cómplice al estanciero Hugo Biolcatti: -¿Durará el gobierno? Hay un señor Cobos, ¿no es cierto?
Esta es la expresión máxima del llamado periodismo independiente… de
los intereses populares, y expresión auténtica del interés oligárquico
imperialista.
martes, 15 de junio de 2010
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