El líder cubano Fidel Castro alertó hace 12 años que sobre Haití se cernia un permanente huracán, aludiendo al calamitoso estado sanitario y económico de ese país, y propuso un programa de ayuda conjunta con médicos cubanos y aportes financieros de otras Naciones, que aún aguarda oídos receptivos.
En su discurso de clausura del V Congreso de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), el 28 de septiembre de 1998, al analizar la situación que afrontaba Haití tras el embate de un huracán, Fidel fue claro al exponer:
"Partiendo de la PREMISA de que el Gobierno y el pueblo de Haití aceptarían gustosos una importante y vital ayuda en ese campo, proponemos que si un país como Canadá, que tiene estrechas relaciones con Haití, o un país como Francia, que tiene estrechas relaciones históricas y culturales con Haití, o los países de la Comunidad Económica Europea, que estan integrándose y que ya tienen el euro, o Japón, ponen los medicamentos, nosotros estamos dispuestos a poner los médicos para ese programa, todos los médicos que hagan falta, aunque haya que enviar una graduación completa o el equivalente. "
En años posteriores la hermana Nación afrontaría otros embates de la naturaleza, hasta el más reciente terremoto que ha cargado un desastre de proporciones inimaginables.
Dramáticas situaciones no le han faltado a los haitianos para conmover la sensibilidad humana de naciones poderosas, que cuentan con abundantes recursos, las que con ínfimo aporte podrían CONTRIBUIR a que cada año no mueran los millones de niños haitianos que perecen por causas prevenibles.
Fidel recordaba que en Haití diariamente fallece tanta gente por ausencia de atención sanitaria y otras calamidades sociales, como la que un ciclón aniquila en su paso por allí.
"Un programa de salud - esto lo hemos hablado nosotros con algunos dirigentes políticos que han visitado nuestro país - podría salvar a 15 millones de esos niños, y en un cálculo muy conservador, otras 10 mil vidas más de niños entre 5 y 15 años y de jóvenes y adultos pueden salvarse ", subrayaba Fidel, y a seguidas preguntaba:
"¿Por qué a partir de esta amarga experiencia, de este daño que sufre ese país, que nos viene a recordar la larga tragedia de ese pueblo, no se le ayuda en ese campo?"
Aunque en aquella ocasión no hubo respuesta de los grandes y poderosos, la pequeña isla caribeña bloqueada envió sus médicos, enfermeros y paramédicos para librar la batalla titanica, y allí los sorprendió ahora, junto al pueblo haitiano, el terrible terremoto. Y ahí permanecen.
Desde hace años la contribución activa del personal médico y otros técnicos cubanos de la salud ha sido permanente en Haití, con brigadas que han afrontado todas las dificultades in situ, bajo huracanes y en tiempos normales, y que hoy no dejan de laborar incansablemente para salvar vidas de entre los escombros.
Y en otro orden de temas, precisaba Fidel en 1998:
"Haití no necesita soldados, no necesita invasiones de soldados; lo que necesita Haití son invasiones de médicos para empezar, lo que necesita Haití, además, son invasiones de millones de dólares para su desarrollo. Eso no lo tenemos nosotros, pero lo tienen de sobra los Organismos Internacionales: lo tiene el Banco Mundial, lo tienen las otras Instituciones y lo tiene Occidente, con capacidad suficiente para dar un ejemplo de humanidad.
"Ese es el país que se encuentra entre los más pobres del mundo y es el más pobre de América Latina, sin discusión: tierra erosionada, poco espacio, montañas desforestadas, zonas pesqueras agotadas".
Ahora que un gran terremoto ha vuelto a poner al pueblo haitiano en los titulos de toda la prensa mundial, y las Naciones Unidas, como si fuera novedad redescubren la miseria, el desempleo, el atraso en general que prevalece allí, es buena ocasión para que en la conciencia mundial, este Haití solitario deje de figurar en estadísticas fatales y se convierta en la ocupación real de la Humanidad.
En el minuto de tragedia real, las palabras del máximo líder de la Revolución Cubana hace 12 años, vuelven a adquirir plena vigencia para recordar que Haití no necesita limosnas, sino atención permanente y eficaz de la comunidad de naciones desarrolladas, campo en el que Cuba es ejemplo de referencia.
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