miércoles, 6 de enero de 2010

"Las montañas son nuestras, el oro ajeno"

Andalgalá es la tercera ciudad en importancia de Catamarca. Desde hace diez años allí funciona una de las minas de oro y cobre más importante del mundo. Habitantes del lugar aseguran que el emprendimiento no trajo ningún bienestar, denuncian contaminación y un Estado cómplice. La empresa asegura que todo su accionar está sujeto a la ley. Los pobladores piden un plebiscito para evitar la instalación de otro yacimiento, que será el más importante de América y multiplicaría los problemas.

Por Darío Aranda - Desde Andalgalá, Catamarca.

Agua para no beber. Aire que mejor no respirar. Un pueblo pobre, sobre montañas de oro. Son algunas de las contradicciones de Andalgalá, una localidad catamarqueña de 17 mil habitantes, a 240 kilómetros de la capital provincial, donde funciona desde hace diez años la mina de oro y cobre más grande de Argentina y una de las más importantes del mundo. La empresa, Minera Alumbrera, de un consorcio suizo canadiense, es denunciada por los pobladores de contaminar la tierra, el aire y el agua. Espacios sociales, gubernamentales y judiciales del noroeste argentino advierten que la contaminación afectaría a tres provincias: Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero, pero el mayor desastre --advierten-- comenzaría en breve: una nueva mina, tres veces más grande, aún más cerca del pueblo y en las cumbres que proveen agua a toda la región. Los Vecinos Autoconvocados aseguran que será el tiro de gracia para el pueblo. Piden un plebiscito al estilo Esquel. Crónica desde Andalgalá: caso testigo de la minería metalífera a gran escala.

Montañas ricas, pueblo pobre

Cinco horas de micro desde San Miguel de Tucumán. Seis desde San Fernando del Valle de Catamarca. Siempre por rutas destruidas, ripio al borde del precipicio, clima desértico. Paisaje de postal. Andalgalá no es pueblo, es una ciudad. En su centro urbano hay supermercados, celulares que se ofertan en muchas vidrieras, banda ancha a cada cuadra, muchas farmacias, varias 4 X 4. También hay un profesorado que se cae a pedazos y le escasea el techo, un solo hospital que siempre tiene colas con varias horas de espera y barrios que nada se diferencia de los caídos del mapa del conurbano bonaerense. La plaza principal de Andalgalá cumple con la regla de toda localidad de la Argentina profunda: es el epicentro del centro urbano, frente se ubica la Iglesia (enorme), a pocos metros la municipalidad y la comisaría. Todos se saludan en la plaza, la calle o los bares. Todos saben qué hace el otro y también todos saben qué postura tiene el vecino en torno a la minería. Unos pocos trabajan en la empresa; cobran un promedio de 2.000 pesos. Suma que asegura prosperidad para los agraciados (en una zona donde la desocupación supera a la media nacional) y también asegura fidelidad al patrón. En las calles se comprueba que los adultos y los niños son mayoría, lejos. Hay pocos jóvenes. La generación de 20 a 30 años pareciera haberse fugado en busca de ese trabajo que escasea. Los autos estacionados con vidrios bajos y estéreos tentadores no corren peligro. Hay pocas rejas. Ninguna casa tiene alarma. Todo con un prolijo y limpio asfalto gris. En el horizonte se imponen las montañas que esconden, detrás, lo que todos hablan: el oro, el cobre y las instalaciones de uno de los yacimientos más importantes del mundo. Sólo vehículos 4x4 o motos enduro pueden espiar la riqueza que guarda el paisaje lunar del noroeste argentino.De una u otra forma, todo el tiempo la minería puede ser tema de conversación en Andalgalá: en un bar, el cronista almuerza un cordero sabroso. Un vecino antiminería mira con recelo y, cuando ya ganó algo de confianza, arruina el almuerzo:“Es barato ¿no? Por que es de la zona de Alumbrera. Pocos se animan a esa carne”.“Hace diez años yo di la bienvenida a la Alumbrera. Creía que era signo de progreso. Todos estábamos felices. Pero fue el error de mi vida. Todo fue mentira: no dieron trabajo, trajeron más pobreza y contaminaron todo. Nos están matando, en serio, se lo juro”, confiesa con mirada perdida Urbano Cardozo, un jubilado andalgalense que evalúa vender su casa y mudarse donde la contaminación no lo alcance. Junto a una veintena de vecinos milita para que Alumbrera“pague por el desastre que hizo y que no se instale”el nuevo proyecto.“Será la muerte del pueblo”, asegura.Los Vecinos Autoconvocados de Andalgalá son docentes, jubilados, comerciantes, obreros de la construcción y amas de casa que aprendieron de fórmulas químicas, historia, procesos de extracción, leyes ambientales y beneficios impositivos que gozan las compañías.“Es David y Goliat”, resumen desde una de las provincias más pobres del país. Enfrente ubican a las multinacionales mineras más importante del mundo: la suiza Xstrata (50 por ciento del paquete accionario) y las canadienses Goldcorp (37,5 por ciento) y Northern Orion (12,5); al Estado en sus tres niveles --municipal, provincial y nacional-- y una comunidad dividida en torno a la empresa: familias desmembradas, hermanos que no se hablan, amigos de toda la vida hoy distanciados, comerciantes que perdieron clientes por oponerse a la minería, vecinos que ni se miran. Un pueblo donde la minera, como la polémica, afecta a todos.

Memoria del saqueo

Octubre de 1994. Cine-Teatro Catamarca, frente a la plaza principal de San Fernando del Valle. El gobernador Arnoldo Castillo; el entonces secretario de Minería y actual gobernador de La Rioja, Angel Maza; el ex presidente Carlos Menem y un ejecutivo, alto, rubio y asistido por traductora, anunciaron el lanzamiento de las obras de infraestructura del yacimiento Mina Bajo la Alumbrera, ante un centenar de funcionarios y empresarios eufóricos.“Hoy comienza el despegue, el día soñado para esta provincia tan postergada”, dijo con lágrimas escurridizas el anciano gobernador. Menem, de prolijísimo traje azul, no fue menos:“Esta es la Argentina que necesitamos, que se abre al mundo, que recibe inversiones, que promete un futuro” El ejecutivo de la multinacional, asistido por una traductora, agradeció:“Nuestra inversión se da gracias a las nuevas leyes impulsadas por el Gobierno, sin él no podríamos haber iniciado esta obra” Tres años después, el 31 de octubre de 1997, Carlos Menem voló con todo su gabinete a Andalgalá para inaugurar la etapa de extracción. Fiel a su estilo, fue protagonista activo de la primera explosión en la montaña y de la primera molienda. Luego sobrevino el fastuoso lunch en las instalaciones de la misma mina, a 2600 metros, en la exclusiva ciudad en las alturas para los profesionales y trabajadores de la multinacional.Andalgalá fue fundada un 12 de julio, hace 347 años, y siempre había estado presente el buen recuerdo de la minería. A fines del siglo XIX, y hasta principios del XX, fue una región que conoció el bienestar al abrigo de la extracción de mineral con el sistema de galerías, en pequeña escala, con enorme demanda de mano de obra, pico y pala como herramientas, lomo de burro para el transporte. Fueron años de desarrollo, cuando Catamarca se erigía como sinónimo de crecimiento; momentos grabados en las memorias familiares, transmitidos a hijos y nietos. De ahí el germen de la bienvenida y alegría por la llegada de una empresa minera.“Pero esta vez la extracción sería diferente y los beneficios repartidos en forma diferente al siglo pasado”, lamentó Roberto Cecenarro, uno de los primeros opositores a Alumbrera y pionero en advertir que la luna de miel entre pobladores y empresa duraría poco.La campaña publicitaria de la empresa y los políticos de turno prometía la construcción de un barrio para cinco mil personas, nuevas escuelas, un hospital de alta complejidad, rutas asfaltadas, 6.000 puestos de empleo. Ninguna de esas obras se plasmó. La compañía asegura, hoy, que emplea a 1.800 personas del lugar y, de forma indirecta, creó 8.200 puestos laborales nuevos. Los Autoconvocados lo desmienten: dicen que en la mina no trabajan más de 90 personas de Andalgalá. El resto todos“profesionales foráneos” El intendente, aliado de la empresa, habla de cifras menores:“Se solía decir que iba haber mil, dos mil, tres mil puestos de trabajo, pero no hay más de 40 ó 50 andalgalenses efectivos”Aída Orellana, una mujer delgada, rubia, histriónica y de hablar firme, había creído, como todos sus vecinos, en las promesas. Invirtió todo lo que tenía, y más, para construir un pequeño hotel. Creyó que la ciudad crecería, que Alumbrera le daría huéspedes y prosperidad. Pero los cuartos rara vez alojaron visitantes. Cuando se dio cuenta del engaño comenzó su militancia contra la minera.“Fue todo una gran estafa y encima nos envenenan”, dice una y otra vez meneando la cabeza. Tanto se comprometió con la lucha que terminó distanciada con toda la familia, que aún hoy la sigue culpando por la ausencia de clientes. Alumbrera reconoce que al yacimiento le quedan diez años de vida y aún hoy sigue resaltando que el emprendimiento“es una fuente de oportunidades y beneficios económicos para la Argentina y en especial para las comunidades próximas a sus instalaciones”“Prometía desarrollo del lugar, comprar a proveedores locales; pero lo cierto es que de acá no compran ni el tomate o la lechuga para las ensaladas”, refuta Orellana.

La Mina de oro y cobre

El yacimiento de oro y cobre pertenece al estado catamarqueño, la Universidad de Tucumán y el estado nacional, que conforman la sociedad Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio (YMAD), pero cedieron la explotación a las multinacionales. Funciona a 40 kilómetros del casco urbano de Andalgalá, a 300 de la capital provincial, entre montañas y alambrados olímpicos.Muy pocos pueden ingresar al yacimiento, que trabaja día y noche y donde una enorme olla de dos kilómetros de diámetro y seis cuadras de profundidad es el espacio donde explosivos, 36 enormes camiones mineros y monumentales palas mecánicas remueven 340 toneladas de roca por día. Lejos están las imágenes de las películas: no hay picos, nos palas, nos hay pepitas de oro y, ni siquiera, hay mineros.Por cada tonelada de roca se obtienen seis gramos de oro y seis kilogramos de cobre. Datos de la misma empresa se ufanan de que Alumbrera utiliza en un solo mes la misma cantidad de explosivos que se requiere por año en toda la Argentina. No es casualidad que nubes de polvo llueven tierra en la ciudad. Además, los especialistas advierten que la remoción de las montañas de rocas acelera la producción de sulfuros, que con el aire y el agua producen drenajes y lluvias ácidas, con su contaminación a cuestas.“Los drenajes ácidos representan uno de los principales problemas ambientales de la minería. Estos drenajes ocurren cuando los minerales que contienen sulfuros presenten en la roca se exponen al aire o al agua, convirtiéndose en ácido sulfúrico. Este ácido puede disolver metales pesados (plomo, zinc, cobre, arsénico, mercurio o cadmio) presentes en la roca y en los residuos o colas hacia el agua superficial y subterránea. Producen una contaminación grave. Los drenajes ácidos ocurren naturalmente, pero son singnificativamente magnificados como consecuencia de la minería. Además, estos drenajes pueden viajar largas distancias río abajo”, explican desde Greenpeace.Según datos de la misma empresa, el yacimiento se encuentra entre los diez grandes emprendimientos de cobre del mundo (con 190 mil toneladas anuales) y entre los 15 de oro (con 23 mil toneladas).“Minera Alumbrera es el mayor consumidor eléctrico individual de Argentina”, cuenta la misma empresa en su página de internet. Cuenta con hoteles para empleados y visitantes, 500 habitaciones, comedor, salas de juegos, gimnasio, línea de colectivo interna y tres aviones propios que hacen de taxi aéreo para ejecutivos hacia Tucumán y Catamarca.El proceso de extracción consiste en dinamitar las paredes de la montaña, transformar las rocas en polvo y diluirlas en soluciones ácidas que purifican el mineral. Esta solución viscosa es nuevamente purificada por un proceso de flotación de gran escala. Todos los desechos son destinados a un enorme basurero, de 30 hectáreas y 150 metros de alto, llamado“dique de colas” El producto bruto es enviado por un monumental mineraloducto --un caño bajo tierra-- de 310 kilómetros de largo que pasa por Catamarca hasta Tucumán. Transporta un barro con ácido y mineral diluido. Llega hasta Cruz del Norte, en Tucumán, donde el“Tren Alumbrera”(la empresa cuenta con cuatro locomotoras y 182 vagones propios) transporta concentrados hasta el puerto de Santa Fe. De ahí viaja rumbo al exterior, donde será refinado. El mega emprendimiento también cuenta con un electroducto de 220 kilómetros, líneas eléctricas de alta tensión que atraviesan gran parte de Catamarca y Tucumán.Las obras de infraestructura requirieron una inversión de 1.200 millones de dólares.“Poco de ese gasto corre por cuenta de la empresa: el artículo 22 de la Ley 24.196 legisla que del tres por ciento que la empresa paga de regalías deben deducirse los costos de transporte, fletes, seguro, molienda, comercialización, administración, fundición y refinación. De esta forma, las monumentales obras las paga el Estado”, explica Marcos Pastrana, de la Intersectorial de Tafí del Valle, en Tucumán, donde también acusan la contaminación desde la vecina Catamarca.

La nota continua... para leer más: http://www.diarioc.com.ar/economia/Duro_informe_de_Pagina_12_por_la_mineria_en_Andalgala/81073

Mientras tanto los vecinos están movilizados:
Movilización de Vecinos Autoconvocados

El sábado 02 de enero por la noche se concreto en Plaza 9 de Julio una movilización de vecinos autoconvocados por la vida, con consignas en contra de la megamineria y por el no a Agua Rica, Filo Colorado y Pilciao 16.
Con el apoyo de vecinos autoconvados y asambleas ambientales de Córdoba, Tucumán, Mendoza, La Rioja y otros lugares del país, el sábado se concreto una importante movilización por parte de la Asamblea El Agarrobo, de Vecinos Autoconvados por la Vida de Andalgalá, en la plaza central de Andalgalá. Dicha movilización conto con la participación de unas 500 personas entre vecinos lugareños y visitantes al departamento , quienes leyeron proclamas en contra de la megamineria , oportunidad en la que se reiteraron frases como “el agua vale mas que el oro”, “si a la vida”, “si a nuestra identidad cultural”, “la vida no se negocia” y “los nevados del Aconquija no se tocan”, en razón de que la Carta Organica Municipal declara a los Nevados de El Aconquija como Santuarios de la Naturaleza.

Para ver más:
http://www.diarioc.com.ar/inf_general/Movilizacion_de_Vecinos_Autoconvocados/130806

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